Hoy, mis hijos se han ido a dormir a la casa de su papá y antes de partir eché un vistazo a sus mochilas para ver qué se estaban olvidando, y fue increíble, el famoso
género asomó con furia a sus cortos 5 y 6 años.
Mochila de Lucía: Vestido de fiesta, pijama, ropa interior, lentes de sol, cepillo y pasta de dientes, aretes, ganchitos, celular de juguete, 10 dvds (solo para una noche, je, je), peine, perro de peluche y un polo.
Mochila de Mateo: Uniforme de fútbol de A.L., zapatillas, medias, dos polos de manga larga (para achicharrarse, je, je), pelota, ropa interior, bata de levantarse,linterna, cuaderno y lápices de colores.
Ella esta lista y glamorosa, él, aventurero y listo para la acción.
Completé ropas, disminuí accesorios y negocié algunas cosillas con ellos.
Al final se fueron contentos, cada uno convencido de que sus mochilas nada tienen que envidiarle a Sport Billy (eso en mi mente). Y yo, me quedé pensando y asombrándome ante lo más puro de las diferencias de género. Lejos de estereotipos, roles y /o funciones que asignamos a hombre y mujer, y que sabemos y aceptamos que algunos pueden ser genéticos u otros totalmente culturales, es tan rico y tan sabio ver a los niños definirse en sus roles, ver cómo piensan y sienten, en forma diferente, algo tan simple como una noche fuera de casa.
Vayan muchachos, sus mochilas rebalsan de sueños y dulzuras de peques!!!!!!