jueves, 25 de noviembre de 2010

Oportunidad de desarrollo.


Lucía fué a pasar la tarde a casa de una amiga del cole. Cuando llego a recogerla el papá de la amiga me pregunta: ¿Lucía sabe manejar bici sin rueditas?. Le respondo: "No, su bici aún tiene rueditas", a lo que él agrega, "Pues sí sabe, mira las fotos". Y pasó a contarme que Lucía se animó a manejar la bici sin ruedas y bastó un solo empujoncito y ella salió despavorida cual torpedo manejando sin ruedas, felíz, rauda y veloz (el papá de la amiga se mandó su buen trote). Lucía estaba radiante y feliz (más tarde se puso chinchosa cuando le refregó al hermano que él aún tenía rueditas en la bici y ella ya no las necesitaría más, jo, jo, lete!!). Inmediatamente vino a mi una sensación extraña, entre sentirme medio ganza, temerosa y mamá gallina. Esa misma sensación la tuve cuando el papá de mis hijos sacó por primera vez el boogie y sentó a Mateo al año de edad en el famoso carrito, en contra de mis deseos y entre mi cara de histeria total (yo pensaba que Mateo caería y se desnucaría, plop!). Mateo se sentó y fue el niño más felíz del mundo sentado en su carrito, que yo sepa nunca se cayó y mucho menos se desnucó, pero yo moría de miedo.
De allí, y recordando hoy con el tema de la bici, me surgió esta fracesita de Oportunidad de desarrollo, poniéndome a pensar en todas aquellas situaciones que podrían generar nuevos aprendizajes o favorecer la maduración o enriquecer la experiencia de nuestros hijos y que no se dan( o se dan tarde) simplemente porque muchas veces no los "ponemos" en tal situación por temor o porque simplemente no se nos ocurre.
Parecería algo demasiado simple, pero a cada momento se presentan oportunidades de desarrollo para los niños y si no las tomamos pueden pasar por el lado y no darnos cuenta y perdernos de valiosos aprendizajes para los que los chicos YA ESTABAN PREPARADOS, solo que no lo vimos en su momento.

Me pasó y me pasa a cada momento, cuando dejé que Mateo saltará del cuarto, quinto, sexto escalón de la escalera.. Oh por Dios... lo hizo!!!, Cuando lo envié al cine con sus amigos y una mamá y se fué casi temblando y regresó más que felíz y orgulloso de sí mismo, o cuando le puse una trucha con cabeza y todo en el plato y se la comió enterita.. yo pensaba que no la hacía.

A veces, muchas veces nuestros propios temores hacen que tardemos mucho en "exponer", en forma positiva, a nuestros hijos a las cosas de la vida, sin darnos cuenta que ellos mismos claman por siempre ir más allá.. un pasito pa delante....

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